Medina Azahara castellanización del nombre árabe مدينة الزهراء Madīnat al-Zahrā' (‘la ciudad de Zahra’) es una ciudad palatina o áulica mandada edificar por Abderramán III (Abd al-Rahman III, al-Nasir) a unos
Los principales motivos de su construcción son de índole político-ideológica: la dignidad de califa exige la fundación de una nueva ciudad, símbolo de su poder, a imitación de otros califatos orientales y sobre todo, para mostrar su superioridad sobre sus grandes enemigos, los fatimíes de Ifriqiya, la zona norte del continente africano. Además de oponentes políticos, lo eran también en lo religioso, ya que los fatimíes, chiíes, eran enemigos de los omeyas, mayoritariamente de la rama islámica suní.
Historia de su construcción
Las obras comenzaron en 936, a cargo del maestro alarife Maslama ben Abdallah. En el 945 se produce el traslado de la corte a esta ciudad, que en esos momentos cuenta con
Se ubica en las faldas de Sierra Morena, al pie de
Frente a la idea laberíntica y caótica característica del urbanismo musulmán, Medina Azahara presenta una planta rectangular de aproximadamente 1500 por 750 metros, con trazado ortogonal y una red de alcantarillas y abastecimiento de agua perfectamente planificada. Está considerada la mayor superficie urbana construida de una sola vez en el Mediterráneo.
Arquitectura de la Ciudad Palatina
Salón Rico o salón de Abderramán III
Actualmente solo se ha excavado un 13% de su superficie total, entre la que destaca el salón rico o salón de Abderramán III, utilizado para la recepción de embajadas importantes, así como para celebrar las fiestas anuales de ruptura del ayuno y de los sacrificios, que tuvieron lugar en Medina Azahara entre los años 971 a 976.
El Salón Rico fue mandado a construir entre los años 953 y 957 por Abderramán III , como así atestiguan las inscripciones epigráficas aparecidas en basas y pilastras en su interior; tiene planta basilical de tres naves longitudinales con otra transversal en su entrada que actúa de pórtico. Este salón está decorado con relieves de ataurique en mármol en sus zócalos, seguido por relieves de distintos motivos hasta la típica cubierta de artesonado de madera. Sus columnas alternan los fustes de mármol rosa y azul, rematados por cimacios y los típicos capiteles de avispero califales, desde los que arrancan los característicos arcos de herradura, en los que se da la alternancia de dovelas.; es aquí donde se formalizan las características del arco de herradura califal, dónde el alfiz aparece como envoltorio protector del propio arco. Sobre éstos se apoya el friso corrido en contacto con la techumbre de madera. Destaca de todo el conjunto una serie de tableros, cuyo tema único es el árbol de la vida.
Constituye la pieza maestra del conjunto arquitectónico que incluye el Jardín Alto. Ambos, el Salón y Jardín, forman parte de una misma concepción con fuerte simbolismo religioso y político, que tiene por objeto la magnificación del califa.
A oriente del Salón, y conectadas con el mismo, se construyeron un conjunto de habitaciones pavimentadas en mármol blanco, así como el llamado “patio de la pila”, que forma parte de las estancias previas a un baño de reducidas proporciones.
Casa de los Visires
a sala de cinco naves de la Casa de los Visires se abre hacia una ancha y elevada acera, desde la cual bajan unas escaleras hacia una gigantesca plaza cuadrada, hoy adaptada como jardín. Sobre la función de este edificio hay diferentes opiniones. Durante mucho tiempo fue llamado “la Casa del Ejército” pues las medidas de la sala y de la explanada parecen aludir a funciones representativas. Sin embargo hoy se supone que el edificio estaba a disposición del personal encargado de la administración.
Muralla y puerta norte
La medina estuvo cercada por una gruesa muralla, que constituye más un límite que un dispositivo militar estrictamente defensivo. Sólo ha sido excavado el tramo central de la muralla norte, construida con sillares de piedra caliza, como toda la ciudad, a soga y tizón. Al exterior se refuerza con torres rectangulares y en el interior presenta contrafuertes como refuerzo estructural, para contener el empuje de las tierras de la ladera.
En el centro de esta muralla norte se abre una puerta donde existía un camino que conectaba Medina Azahara con Córdoba. Este acceso norte al Alcázar presenta una disposición acodada, quebrada, que responde al tipo de “puertas en recodo” utilizadas frecuentemente en la arquitectura militar islámica. Lo que actualmente se observa corresponde a la restauración realizada durante los años 30 del siglo XX por Félix Hernández, ya que casi la totalidad de la estructura original quedó desaparecida debido a los expolios sufridos en los muros.
En la terraza inferior se sitúa la mezquita aljama. De planta rectangular, aparece orientada hacia el sureste y sus elementos básicos (patio, sala de oración y alminar) se organizan según el esquema característico del occidente islámico. La sala de oración es de planta basilical, con cinco naves separadas por arquerías de herradura. Al noroeste se levanta el alminar, de planta cuadrada al exterior pero octogonal al interior.
En el lateral oriental del Jardín Alto, un pasadizo cubierto (sabat) permitía al califa desplazarse hasta su interior, salvando el desnivel de la calle con un puente del que solo restan sus arranques; así penetraba en la mezquita a través de la doble quibla que daba a la maqsura, construida a base de barro cocido. El resto del suelo de la sala de oración estaba cubierto con esteras de esparto, algunos de cuyos restos aparecieron en la excavación.
El exterior de la mezquita presentaría muros lisos con contrafuertes coronados por almenas dentadas, centrándose su decoración en las puertas.
Se construyeron una serie de habitaciones frente a la fachada principal de la mezquita, que tanto por la distribución y emplazamiento, se pueden identificar como una casa de limosna (dar al-sadaka).
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